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JOEL JÁUREGUI, EL ROCKERO MEXICANO QUE LE HIZO UN TEMA A MIGUEL “GATO” MARÍN, EL ARQUERO NACIDO EN RÍO TERCERO

Por MAXI CARRANZA / LEO ALTAMIRANO / MESTIZA ROCK HABLÓ CON EL HIJO DEL GRAN JUGADOR ARGENTINO

El pasado 15 de marzo falleció el músico mexicano Joel Jáuregui Saldaña, a los 57 años, más conocido como Jáuregui, quien fue un cantante, compositor, productor y publicista, creador del género llamado FutRock. Entre sus temas más conocidos se encuentran “La vida no es la misma sin fútbol”, que fue cortina de varios programas deportivos en diferentes países del continente: Estudio Fútbol (TyC Sports, Argentina), La fórmula deportiva de El Trece (Paraguay), Estadio 11 de Repretel (Costa Rica) y la campaña de Telemundo en los Estados Unidos para la selección mexicana.

El   cantautor nacido en Monterrey, era un fanático de Rayados de esta ciudad, dedicándole varias canciones a su amado equipo albiazul. Además, lo une un vínculo con Río Tercero de Córdoba (Argentina), a través de un deportista que fue leyenda como el arquero José Miguel “Gato” Marín (1945-1991).

 

 

El guardameta nacido en nuestra ciudad, que se fue de niño a Rosario, fue campeón con Vélez Sarsfield (225 partidos en ocho años) y luego con el Cruz Azul de México, donde sumó nada menos que 5 estrellas al equipo. Con la particularidad de que obtuvo tres torneos de manera consecutiva y después logró un bicampeonato, este último a fines de los 70, sentando en la mesa de los grandes al club capitalino, quien pasó a disputar el “clásico joven” con el poderoso América.

 

 

“SUPERMAN”

Joel Jáuregui le escribió una canción al portero de origen riotercerense, a pedido de Max Marín (1970), el hijo mayor del “Gato” Marín, un gran amigo del compositor regiomontano. Jáuregui ya era conocido por sus temáticas futboleras que consiguieron repercusión en todo el continente —de la selección mexicana a Diego Armando Maradona— pero todavía el arquero cordobés no tenía su página sonora.

El cantante y guitarrista fue el creador de “Superman” (2012), utilizando el apodo que le pusieron a Marín, para la eternidad, en su paso por tierras aztecas. La letra es muy emotiva y recuerda las cualidades de Marín, considerado el mejor arquero extranjero en México de todos los tiempos. Como dato anecdótico, el jugador ingresó al libro Guinness de los Records por un autogol que se hizo en un partido contra el Atlante en 1976. Hasta en eso dicen que fue un adelantado, ya que fue el primero, según los registros audiovisuales, en hacerse un gol en contra cuando quiso salir jugando con la mano.

 

 

Volviendo a la composición “Superman”, Jáuregui se dio el lujo de interpretarla en el entretiempo de un partido que jugó el Cruz Azul en su estadio. Marín no solo fue un vanguardista por su estilo arriesgado de salir a cortar ataques, sino por su llamativa vestimenta, compuesta por pantalones cortos de tenis y buzos a rayas horizontales, que eran más de rugby que de fútbol.

En contacto con este medio, Max Marín comentó que no atesora ningún suéter de su padre, ya que este siempre los regalaba, pero están por lanzar, con una marca conocida, una línea deportiva con las camisetas más emblemáticas de su padre.

 

 

MAX (IMILIANO) MARÍN

En 2017, Maximiliano Marín (1970, Haedo, Buenos Aires) creó en la ciudad de México el Centro de Alto Rendimiento para Arqueros (CARA) Miguel Marín, que posee dos sedes y más de 100 alumnos, entre porteros y jugadores de campo. Max Marín, como se lo conoce, se recibió de director técnico, igual que su hermano menor Alejandro y juntos iniciaron este proyecto, que fue creciendo con el paso de los años.

Max además fue periodista deportivo, trabajando en el Canal Televisa en dos etapas, entre otros medios de comunicación. Consultado por Mestiza Rock, desconocía que su padre tenía una calle en la ciudad de Río Tercero (provincia de Córdoba, Argentina), cuya sanción se realizó en julio de 2020 por el Concejo Deliberante local. La calle José Miguel “Gato” Marín se encuentra en el nuevo barrio teniente Nívoli, ubicado en el camino a Villa Ascasubi. Max Marín tampoco sabía que Río Tercero fue declarada Capital Nacional del Deportista en 2017 por el Congreso de la Nación, donde su progenitor ocupa un lugar de privilegio.

 

 

En el Paseo del Riel, hay una placa con 100 apellidos de deportistas destacados de la ciudad y el de José “Gato” Marín figura entre el boxeador Jorge Villafañe (atletismo) y José María “Pechito” López (quíntuple campeón mundial de automovilismo y ganador de Las 24 Horas de Le Mans).

En Argentina, Miguel Marín formó parte del seleccionado juvenil que se clasificó y disputó los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Con la selección mayor disputó algunos partidos amistosos y no pudo estar en el Mundial 70 de México porque Argentina directamente no clasificó.

 

UNA VIDA EN AZUL Y BLANCO  

Desde Rosario, donde se radicó con su familia, Miguel Marín viajó para probarse en Vélez Sarsfield de Buenos Aires y quedó en el Fortín de Liniers con solo 14 años. De a poco se fue afianzando hasta que llegó al equipo de primera división, reemplazando al gran Rogelio Domínguez (exarquero del Real Madrid, ídolo en Racing Club). Dentro de una formación memorable, logró el primer título de Vélez en el Nacional de 1968, compartiendo plantel con Daniel Willington —otro cordobés—y un joven Carlos Bianchi, entre otros ídolos.

La institución de La V azulada también marcó su vida familiar, porque en las instalaciones del club conoció a Estela, su compañera de toda la vida, quien jugaba al básquet femenino en la primera división de Vélez. En 1971 fue comprado por el Cruz Azul, que no estaba considerado entre los grandes del fútbol mexicano. A los seis meses de llegar, obtuvo su primer torneo con la Máquina Cementera y el resto es historia conocida.

En pocos años, fue el guardián de una escuadra que no paró de ganar campeonatos y darle estatura de grande al Club de Fútbol Cruz Azul. El cementero fue el equipo más exitoso de los 70 en México, logrando además trofeos como el de Campeón de Campeones y una Copa de la CONCACAF. Lo curioso es que Miguel “Superman” Marín jugó en solo dos equipos en toda su carrera, los cuales compartían el azul y el blanco.

EL ARQUERO QUE VOLÓ HASTA EL CIELO

Dicen los periodistas mexicanos que la única kriptonita que pudo detener a Superman Marín fue su propio corazón, que lo llevó al cielo con solo 46 años, el 30 de diciembre de 1991. Tras su retiro de las canchas por problemas cardíacos, no se alejó demasiado del rectángulo de juego porque continuó como director técnico, primero en su querido Cruz Azul, luego en Neza y finalmente en Los Gallos Blancos de Querétaro. Actualmente, la Máquina Cementera no posee cancha —juega de local en el Estadio Olímpico Universitario— y está por comenzar la construcción de su propio coliseo.

Entre los nombres que se debaten para denominar a la futura casa de los cementeros figura, por supuesto, el del cancerbero argentino. El N° 1 de los N°1 no solo es recordado por sus increíbles atajadas y la precisión para sacar de zurda, sino por su humildad y actitud ganadora. Según evoca Max Marín, una frase que le repetía a menudo su padre era que “hacer las cosas bien es la obligación de cada uno, ya sea ir a la escuela o jugar al fútbol. Era una persona que se exigía mucho, tanto afuera como adentro de la cancha”, comentó Marín a este medio.

Un arquero que trascendió lo meramente deportivo para quedar en la cultura popular, con menciones en El Chavo del 8 y gente de cualquier equipo que pagaba una entrada solo para ser testigo de su estilo, que se volvió inmortal.

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