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Las seguimos matando

POR ROMINA CAREZZANO / ABOGADA Y CONCEJAL DE HACEMOS POR CÓRDOBA / FOTO TAPA: Convocatoria en la ciudad del grupo «Las Nietas de las Brujas», organización feminista de Río Tercero.

En las últimas semanas, nos vienen golpeando cada vez más fuerte. Úrsula Bahillo, asesinada por su ex pareja luego de haberlo denunciado múltiples veces; Ivana Módica, desaparecida desde el jueves, con su pareja como sospechoso y una denuncia realizada hace meses; Mirna Elizabeth Palma, asesinada el lunes por un policía retirado; Silvia Rojas y Silvana Natalia, asesinadas por la ex pareja de Silvia en Santiago del Estero.

Cada vez que una mujer muere a manos de aquel, a quien antes había denunciado, todos somos responsables de esa muerte.

Porque hoy, el sistema no logra protegerlas. Más aún, a veces el sistema aumenta la desprotección. Para una mujer víctima de violencia el camino hacia una denuncia es largo y difícil.

Primero, lograr entender lo que le está ocurriendo; después, poder juntar las fuerzas y el valor necesario para hacer la denuncia, sabiendo que será juzgada por sus propios actos, como si la víctima fuese responsable de lo que le pasa, y sabiendo que la sola denuncia puede desatar una marea incontenible en el agresor.

Más aún, sabiendo muchas veces que se arriesga a quedarse sin casa, sin sustento económico, y sola, muy sola.

Porque después de realizada la denuncia, lamentablemente el sistema no logra protegerla. Porque una restricción de contacto no es más que un papel que no quita el miedo, no da tranquilidad ni protección.

Seguimos fallando en protegerla. Y la obligamos a vivir encerrada, como si fuese culpable de algo. La obligamos a vivir con miedo. Y nos parece lógico juzgarla, porque volvió con él, que le pegaba; porque se vistió de tal o cual manera; porque lo denunció, si sabía que se iba a enojar; y nos olvidamos de lo único que tenemos que hacer, que es protegerla.

Y entonces la matan. La matamos. Porque cada vez que una mujer que pidió ayuda no la encontró, cada vez que una mujer hizo una denuncia y salió sola de la policía sin nadie que la acompañe y la contenga, cada vez que ese hombre la encontró sola, desprotegida, sin ayuda, y la mató, en realidad la matamos todos.

Porque fallamos, como sociedad, como sistema, como Estado. Porque ponemos recursos y personas a buscarla cuando desapareció, pero cuando hizo la denuncia: no pusimos recursos ni personas a ayudarla; porque cuando se acercó a pedir una ayuda económica para alquilar una casa, le pedimos miles de papeles y le explicamos miles de procedimientos que no entendió, porque estaba triste, desesperada, porque no podía escucharnos, porque estaba devastada; porque la dejamos sola, dejamos a él creer que tenía derecho a quitarle la vida, porque lo dejamos que crea que era dueño de su vida y podía hacer lo que quisiera con ella.

Debemos trabajar juntos para estar con ellas, para acompañarlas, para ayudarlas, para protegerlas. Porque en definitiva, si no nos ponemos a trabajar juntos y en serio, las vamos a seguir matando. Todos.

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