La decisión fue comunicada al Ministerio de Relaciones Exteriores, quien orientó al cuerpo diplomático a transmitirla a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 

NO AL PACTO MIGRATORIO. «Quien venga aquí debe estar sujeto a nuestras leyes, reglas y costumbres, así como deberá cantar nuestro himno y respetar nuestra cultura. No cualquiera entra en nuestra casa, ni cualquiera entrará en Brasil vía pacto adoptado por terceros», remarcó Bolsonaro.

«Brasil es soberano para decidir si acepta o no migrantes», escribió, en rechazo al Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, ratificado en diciembre en la Asamblea General de la ONU por 152 países, entre ellos Brasil, entonces gobernado por Michel Temer. Dos de los países que rechazaron en ese momento adherir al pacto fueron Estados Unidos e Israel, con los que el Gobierno de Bolsonaro busca estrechar lazos.

Al justificar la decisión, el nuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, aseguró que el país no puede «dejar las puertas totalmente abiertas para que quien quiera entre». El jefe de Estado pretende la adopción de un «criterio riguroso» para la entrada de inmigrantes en Brasil, país que en los últimos años recibió muchos venezolanos que huyen de la crisis política y social de su país.

Al Pacto Global para la Migración Segura, Ordenada y Regular, que establece orientaciones específicas para la recepción de inmigrantes preservando el respeto a los derechos humanos sin asociarlo a las nacionalidades, adhieren 181 de los 193 países que integran la ONU.

A fines de 2017, existían casi 25,4 millones de refugiados en todo el mundo. Actualmente, sólo diez países acogen al 60 por ciento de las personas en esa situación. Sólo Turquía alberga a 3,5 millones de refugiados, más que cualquier otro país del mundo.

PUBLICIDAD